jueves, 23 de mayo de 2013

LA MADRE ATAREADA. Alvaro Gual.

Había una vez, una madre muy atareada que tenía cuatro hijos, tres niños y una niña. Los niños eran muy gamberros y la niña intentaba que se comportaran. La madre era policía, un trabajo que le quitaba ocho horas al día. Una noche tenía que hacer una fiesta, para ello tenía que tener la casa aseada y un buen comportamiento de sus hijos.
         Cuándo la madre se fue a trabajar, un niño se tiro por las escaleras y rompió la barandilla, otro, se balanceaba con las cortinas hasta romperlas y, como la niña iba a llamar a la madre, el tercer niño cortó el cable del teléfono. Al cabo de una hora, la casa estaba patas arriba.
         La madre iba a llegar en cinco minutos, pero… algo increíble iba a pasar.
         En cuanto llegó a casa, pudo observar el desastre que había en esa casa. Aquello no se podía arreglar. Miró el reloj y… ¡FALTABA UNA HORAS PARA LA FIESTA! La madre, sin saber que hacer para que el tiempo no corriera, cogió la pistola y empezó a disparar a los cuatro relojes de la casa, excepto el de su muñeca, que cuando se dio cuenta, se lo quito y lo disparó hasta partirlo en mil pedazos.
         El tiempo se paró cuándo de pronto, de uno de los relojes rotos, apareció un enanito, que a lo largo de la historia iba a explicar a aquella familia como organizarse bien.
La madre extrañada y un poco enfadada, le preguntó:
-¿Tú quién eres y qué haces aquí?
El enanito respondió:
-Soy un enanito, como podéis ver, y he venido a enseñaros a organizaros bien proponiendo cinco retos para vosotros.
La familia se quedó un poco extrañada, como si no supieran que quería decir el enanito y la niña preguntó:
-¿Qué retos?
- Y los verás_ respondió el enanito.
 El primer reto consistía en arreglar la casa y preparar todo para la fiesta.
La madre, acostumbrada a tener que recoger ella solo, le pareció que no iba a terminar nunca, pero, iban a colaborar todos. Poco a poco fueron arreglando la casa. Cuándo superaron el reto, uno de los relojes, se arregló.
-¿Qué está pasando?_ preguntaron los niños a la vez.
El enanito les contestó:
Cada reloj que se reconstruya, será un nuevo reto superado.
         El enanito propuso el segundo reto, organizar la casa. Cada cosa debe de estar en su sitio. Este reto era bastante complicado, ya que los niños nunca se habían organizado. Con este inconveniente, a este reto le emplearon más empeño.
De repente,  el segundo reloj se reconstruyó.
         El tercer reto propuesto por el enanito, consistía en no discutir entre los miembros de la familia. No tenían que discutir para nada, si había algo que discutir, se arreglaba dialogando correctamente sin gritar o cosas por el estilo. Los niños eran muy gamberros y como el reto anterior, también les costo lo suyo, ya que ellos lo arreglaban todo gritando, pegándose, etc.
No les costó tanto como el segundo, ya que tenían algo de práctica.
El enanito veía la evolución de esa familia de momento, era buena.
Un nuevo reloj volvió a ser nuevo
         El enanito les habló sobre la progresión y el aprendizaje de estos tres primeros retos. De momento, iba bien.
         El cuarto reto, parecido al segundo y al tercero, de hecho basado en la misma materia, consistía en controlarse cada uno a si mismo, es decir, a mandar cada uno de él. Solamente hacía falta mirarles las caras para ver en que situación se encontraban. La familia no sabía que quería decir el enanito con controlarse cada uno a si mismo. El enanito, con paciencia, se lo explicó:
Lo que tenéis que hacer en este reto es decidir lo que tenéis que hacer, cuando, dónde…
Cuándo lo entendieron, se pusieron manos a la obra.
Fue algo costoso y agotador para ellos, sin embargo, lo consiguieron y un nuevo reloj se restauró.
         El quinto y último reto consistía ni mas ni menos en saber aprovechar el tiempo, ¿pero como si el tiempo estaba parado?, es fácil. Ya que no se puede poner en marcha el tiempo, se tendría que hacer un horario y una pequeña organización. Los miembros lo entendieron a la perfección y sin mayor problema se pusieron a hacer sus horarios. Al terminar, el enanito les dio la enhorabuena, se despidió y… ¡ppfff! Desapareció.
El reloj de pulsera de la madre, reapareció y el tiempo se puso otra vez en marcha, pero todo había cambiado de una manera radical. Ahora la familia sabía convivir y portarse como tales.
         Cuándo la hora que faltaba para la fiesta se consumió, llegaron los invitados y de aquel día, un éxito surgió.

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