Esta es la historia de una viejecita que vivía en un pequeño pueblo, vivía sola porque hacía un
año que su marido había fallecido.
Tenía un hijo pero vivía en la ciudad con su mujer y su hijo, estaban siempre muy ocupados
con el trabajo y otras tareas. Solo la visitaban los fines de semana.
La única ilusión de la abuelita era ver a su nieto Iker, un niño de cinco años muy alegre y que le
hacía muy feliz.
Una tarde al salir del colegio vio detrás de un árbol un cachorrito de pocos días, no tenia dueño
estaba abandonado.
Iker se encapricho de él y no paraba de llorar pidiéndoles a sus padres que por favor le
dejaran quedárselo.
Sus papas le dijeron que no podía ser, que le dejarían tenerlo unos días hasta que encontrasen
a alguien que lo quisiera.
Llego el fin de semana y fueron a ver a la abuelita, cuando llegaron Iker bajo del coche y corrió
a abrazar a la abuelita diciéndole al mismo tiempo:
-¡Abuelita, abuelita dime que si! ¡Dime que si que cuidaras de el!
La abuelita le pregunto:
-¿De quién quieres que cuide?
- De mi cachorro Tristán.
La abuelita sin pensarlo le dijo que por el cuidaría hasta de un caballo si hiciese falta. Iker le
conto la historia a la abuelita y ella le dijo que no se preocupara que ella se encargaría de él.
La familia regreso tranquila a la ciudad.
La abuelita nunca había tenido un perrito pero tardo poco tiempo en encariñarse con él.
Le hacía mucha compañía, ella lo sacaba todos los días a pasear, lo llevaba al veterinario, le
daba de comer, y el cachorro la seguía a todas partes y hablaba con el de su nieto Iker.
Y todos los viernes la abuelita y Tristán el cachorro esperaban junto a la puerta la llegada de
Iker.
Sin saberlo Iker había hecho que su abuela tuviera una buena compañía y fuera mucho más
feliz que antes.
Me ha gustado la historia. Lo único que cambiaría es hacer la historia un poco más larga contando alguna anécdota de la abuela y el perro, pero me ha gustado mucho como te ha quedado.
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