Érase una vez en una villa muy pequeña de un reino de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía Blancanieves en una pequeña aldea y al otro lado del río vivía la pequeña Ratita presumida con los 7 enanitos.
Un día Blancanieves salió a su jardín a regar las plantas como cada mañana y cuando iba a regar las rosas se encontró una moneda de oro. Ella sorprendida quiso comprarse algo bonito para ser ella la más guapa de la aldea. Decidió comprarse un lazo de color rojo para su fino cabello. Una vez se lo colocó salió a pasear por la aldea para que la gente viera lo guapa que estaba con su lazo nuevo. Al volver a casa vio a unos pequeños enanitos con sus herramientas de trabajo que volvían a casa mientras cantaban. Blancanieves asombrada les siguió, y pudo ver como cruzaban el río y llegaban a casa de la preciosa ratita, que les estaba esperando con la cena servida. Pero toda esa felicidad estaba empañada por una vieja madrastra, obsesionada con su belleza y con poder casarse con el Rey Milan, que era un rico deseado por todas las muchachas, excepto por la ratita, que deseaba a su hijo, el Príncipe Mateo.
Blancanieves celosa de la ratita por estar con la compañía de los 7 enanitos, quiso envenenar a la ratita para poder quedarse con los enanitos. Compró un queso con un olor exquisito, y le añadió veneno para poder eliminar a la ratita.
La pequeña roedora recibió el regalo con un gran entusiasmo, comiéndoselo de un bocado. Cuando los enanos llegaron, la ratita estaba desvanecida sobre el suelo, inconsciente. Los enanos presos del pánico corrieron a buscar a alguien que les ayudase, con tan buena suerte que pasaba por allí el Príncipe Mateo. Él , asustado, entró a casa de los 7 enanitos y vio a la preciosa ratita tumbada en el suelo. El Príncipe quiso darle un beso para despedirla, pero en ese momento la ratita se despertó, sus miradas se cruzaron y en ese mismo instante se enamoraron.
La madrastra muy enfadada con que la Ratita y el Príncipe estuvieran enamorados, corrió a hablar con Blancanieves de lo ocurrido. Blancanieves le confesó que había sido ella la que había envenenado el queso, pero que ahora estaba arrepentida. La madrastra le propuso hacer un plan para poder apoderarse del reino y eliminar a la ratita, pero ella se negó.
La vieja madrastra, muy enfadada porque nadie le ayudara, fue a visitar a la Bruja Filomena para que hiciera una pócima con la que el Rey Milán se enamorase de ella. De este modo, ella pasaría a ser la Reina y podría desterrar a la pequeña rata.
Una vez acabada la visita a la bruja, fue al castillo, con una tarta que llevaba el líquido de la pócima. El Rey orgulloso por el regalo la invitó a pasar. Cuando el rey se tomó la tarta se sentía fatigado y cansado, se tumbó y fue cuando le hizo el efecto. Locamente enamorado de la madrastra se quiso casar al instante con ella. Una vez casados, el Rey la coronó como Reina. A los pocos días ordenó a un sirviente que cortara la cabeza de la Ratita Presumida, novia del Príncipe.
Blancanieves, aterrorizada por los planes de la madrastra avisó al Rey. En ese mismo instante la madrastra fue desterrada del reino.
El Rey ya estaba viejo para tanto trote y prefirió que el nuevo Rey fuera el Príncipe Mateo. El nuevo Rey coronó a la ratita como nueva Reina del lugar. La pareja otorgó el título de Princesa a la bella Blancanieves, ya que de momento no había ningún sucesor y que había salvado la vida de la ratita. Los 7 enanitos también se trasladaron al castillo, en el que trabajaban como ayudantes.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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