Había vez una un niño al que le encantaba la astronomía. Sus padres siempre le decían que era muy pequeño para ir al espacio y él siempre les pedía que le compraran un telescopio, pero ellos decían que no. Hasta que un día le compraron uno como regalo de cumpleaños. Él muy ilusionado se fue enseguida a montarlo y con ayuda de su padre lo consiguió. El telescopio no era muy grande pero era difícil de montar. El padre le vio triste y dijo:
-¿Qué te pasa hijo?
-Nada-dijo él.
Lo que le pasaba es que a las estrellas las veía muy pequeñas y eso no le gustaba. Siempre había querido ver las estrellas grandes, más de cerca y eso aunque le acercaba, no era suficiente.
Pasaron 18 años y un día se enteró de que una compañía pedía voluntarios para ir al espacio y él con 25 años se propuso entrenarse, pero no sabia como ni que pruebas harían. Nadie de su familia ni amigos había querido ser astronauta y él no sabía nada. Un día cansado de que le dijeran que no sabían nada buscó en el ordenador.y allí le ponía que había que superar unas pruebas físicas y psicológicas.
Se entrenó para las físicas y para las psicológicas lo mejor que pudo. Cuando fue a hacer las pruebas las físicas no le costaron tanto como pensaba pero en las psicológicas le fue mal. Por eso se sorprendió cuando le llamaron y le dijeron que había quedado el tercero por lo tanto había pasado e iría al espacio la semana que viene. Él estaba contento porque al fin se iba a cumplir su sueño y decidió avisar a sus padres. Ellos muy contentos celebraron una fiesta y todos le felicitaron. Dentro de una semana se iba.
La semana pasó muy rápido y llegó el gran día, se hicieron los preparativos para irse y el cohete subió y subió. El cohete era grande blanco y con una raya roja que iba desde la parte de abajo a la de arriba. Allí dentro todo iba normal, bueno lo más normal que se puede ir en un cohete, y en poco tiempo atravesaron la atmósfera para encontrarse en un vacío negro y oscuro. Y pronto vieron las estrellas. Grandes, enormes y brillando con fuego alrededor.
-¿Puedo sacar una foto a las estrellas?-dijo él.
-Si, claro pero date prisa, tenemos trabajo que hacer.
-Gracias.
Él muy contento fotografió a la estrella.
Volvieron a la Tierra después de dos meses al acabar sus investigaciones y con una buena colección de fotos. Había podido ver las estrellas como él siempre se las había imaginado y siendo aún joven lo que le permitía tener otros sueños y quizá cumplirlos. Cuando salieron les esperaban muchas personas y periodistas que esperaban hablar con ellos, pero él se fue directo a ver a su familia que lo miraban con ojos contentos y sonrisas radiantes. Estaban orgullosos de él y él lo estaba también.
Llegó a casa muy cansado después de celebrarlo y lo primero que hizo fue imprimir las fotos y pegarlas en las paredes de su habitación. Así siempre recordaría su viaje y como se cumplieron sus sueños.
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